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Se terminó. Cuatro cortos meses en Soldati. Justo a medio camino entre España y Argentina empiezo a pensar en estos últimos días. Todo ha ido muy deprisa y teniendo en cuenta lo despacio que se vive aquí (allí) es que verdaderamente ha ido rápido. Me parece increíble que haya dicho adiós, pero si, he dicho adiós y hasta luego. He dicho volveré a visitar Argentina y volveré a veros. Ojalá lo haga.
Me he despedido de la farmacia, ahí donde he podido recordar el trato con el paciente, practicar algo de consejo farmacéutico y dar alguna respuesta a estas personas que confían en el farmacéutico con los ojos cerrados y parecen sentirse atendidas. Cáritas y todas las personas y organismos que donan los medicamentos, pañales, leches o material médico hacen posible que otros puedan cuidar su salud.
Me he despedido de Bryan y Daniela, los dos voluntarios que acuden cada martes y jueves a dar a apoyo escolar a los chicos de primaria del barrio. Estos dos estupendos maestros que han conseguido que la mayoría de los chicos haya pasado de curso y vuelvan contentos a estas clases para seguir aprendiendo. He dicho adiós a Kevin, Griselda, Dylan, Mauricio, Candela, Lourdes, Camila, Alex, Fabiana y muchos alumnos más que han demostrado su esfuerzo y empeño para conseguir lo que se proponen.
Me he despedido de Eric y Pity, los compañeros de entrenamiento de fútbol. Dos tenaces entrenadores que cada día manejan a decenas de chavales para que se diviertan con lo que más les gusta, para enseñarles a ser compañeros, a evitar las disputas y a trabajar y jugar unidos. He dicho adiós a todos esos chavales que de algún modo han sentido curiosidad por la española, el castellano de España, el Barcelona y el Real Madrid. Chavales realmente fantásticos.
He dicho adiós y re-adiós al equipo femenino, a estas estupendas chicas que me han ayudado a ser su entrenadora, que han soportado mi mal arbitraje y lo han respetado (aunque protestando mucho eso si). Ellas son las que me han hecho seguir entrenándolas cuando me planteé dejarlo por mi inexperiencia. Ellas han conseguido que pasáramos tardes de muchas risas. Ellas han tenido el buen humor de sobrellevarme cuando me han desesperado. Su cariño, su tarta, sus regalos, sus palabras, sus abrazos, sus risas… se vienen todos conmigo. Griselda, Jenifer, Viviana, Ángela, Belén, Janina, Leidy (que no Lady), Luna, Fabiana, Denise….. no conseguí nunca aprenderme todos los nombres.
Y por supuesto he dicho hasta pronto al padre Andrés, al padre Manuel que me han acogido en su casa. A Luisa la cocinera, que trató de cocinarme pescado en cuanto tuvo ocasión; María que la pisé siempre el suelo mojado; Horacio siempre dispuesto a cualquier requerimiento; Lita que me hizo de secretaria cuando yo no estaba; las chicas de Cáritas; Luis y el equipo de SEDRONAR que los lunes están dando servicio a personas adictas; las Psicopedagogas que atienden los viernes; Leandro Esmeralda y Macri esos personajes que buscan refugio en la parroquia. Y a Marisa que siempre lo organizó todo, pendiente de mil actividades y solicitudes, atenta, dispuesta y disponible.
Dejo un barrio donde la Parroquia de Fátima es el referente para los vecinos. El centro de reunión de jóvenes y de atención de cualquier solicitud de los villeros. Un lugar donde todos tienen cabida y encuentran alguna respuesta.