martes, 21 de julio de 2015

Colombia, últimos días.

El martes y el jueves vamos al Jardín Michel en el Recuerdo. Después
de desayunar en casa del padre Manolo con las atenciones de Sarita,
nos recoge Alberto que madruga muchísimo. Conforme vamos subiendo el
paisaje cambia. Superamos el final de trayecto de los autobuses. El
mundo urbano va desapareciendo. El camino es de tierra o barro si
llueve. Llegamos a una ladera verde salpicada de chabolas de reciente
"invasión". Las casas de ladrillo son ya un privilegio. Esas chabolas
o "ranchos" como así los llaman, algunas son de madera, las mejores,
pero otras, la mayoría son de lata, chatarra y tejados de lo mismo
sujetos con piedras. Muchos de nuestros niños, viven en estas
condiciones. Entre este panorama desolador se encuentra el "Jardín
Michel". El día que llegamos se había cortado el agua en toda la zona.
Por ese motivo los pequeños no pudieron acudir.

El edificio se ha construido recientemente gracias a los desvelos del
Padre Manolo y a la colaboración de muchos, entre otros, de nuestro
colegio. Es sencillo pero cumple su función. Al abrir la puerta nos
reciben Elena y Patricia profesoras del jardín (así llaman al jardín
de infancia) con una sonrisa de orgullo. No es de extrañar. Al
entrar vemos un pasillo decorado con una imaginación desbordante en la
que también han colaborado los niños. Se trabaja como en el colegio,
por proyectos. Este trimestre lo dedican a las regiones de Colombia,
con su música, bailes, comidas y alimentos típicos… Vemos las paredes
decoradas con mapas, frutas, verduras de la tierra que cuelgan del
techo, bailarines con sus trajes regionales…. Un aula de cuentos
maravillosa, un almacén, baños adaptados… todo limpísimo y
alegrísimo. Pasamos a la cocina y el comedor donde a pesar de la
falta de agua Cecilia, encantadora, está cocinando para los niños
mayores. También todo está reluciente. Subimos al aula de refuerzo
donde vamos a trabajar con los niños. Es enorme. Ocupa todo lo ancho
del edificio con grandes ventanales. Acuden menos niños por las
mañanas (5-7) que por la tarde (12 o algo más). Continuamos
trabajando la familia. Seguimos viendo la complejidad y las grandes
carencias que tienen, algunas historias son conmovedoras, pero la
mayoría coinciden en valorar la unión entre ellos como principal
cualidad...El jueves hicieron refuerzo de matemáticas y contestaron
por carta a nuestros alumnos de España. Esta actividad les ha
ilusionado. No puede faltar en la planta baja un espacio dedicado a la
capilla. Además hay otras habitaciones pequeñas que de momento están
vacías.

El miércoles y viernes estamos en el Aula de Los Alpes en Ciudad
Bolívar. Esos días hay bastante lío ya que hay que compaginar las
aulas de refuerzo con las clases de baile el miércoles y de música el
viernes con niños que vienen de los jardines cercanos. Pero Alberto
se arregla. Organiza a los niños por grupos de nivel y funciona.

En el aula, retomamos el tema de la familia, paro también sin romper
del todo el ritmo, se hizo el refuerzo habitual de matemáticas y
lectura. Después contestaron las cartas de nuestros alumnos de España
con mucho interés. También aquí los niños limpian el aula (hacen el
aseo) y Alberto les prepara el refrigerio.

Por las tardes a las 6 es la misa del Padre Manolo. Las puertas de la
iglesia están abiertas de par en par. Ninguna traba, ningún límite.
Niños, jóvenes, mayores, perros … entran libremente y son acogidos. La
misa es especial. Somos pocos y estamos alrededor de la mesa como en
familia. El padre Manolo con su forma de hablar nos espabila.
Transmite el evangelio como es, sin ñoñerías, en esencia. El Cristo
cercano como el más humano de los humanos. Él también es así. Al
terminar cenamos en su casa. Es el momento interesante de
conversación.

El viernes ya estamos preparadas para la vuelta. Nos despedimos con
pena de Sarita, del Padre Manolo. Nos ha resultado muy corto. Los
niños son cariñosísimos. Una familia nos ha invitado a tomar "tinto" a
su casa, pero desgraciadamente ya no hay tiempo. Pacho está a punto de
llegar. Nos despedimos de Alberto. Es admirable. Un profesor a la
antigua usanza en el buen sentido de la expresión, que disfruta con lo
que hace sin medir ni su tiempo ni su esfuerzo con total dedicación
para la formación integral de los chicos.



Volvemos a Palermo el viernes por la tarde. Pacho nos recoge como
estaba previsto. La vista en el atardecer es espectacular. Volvemos
con la sensación de haber dejado algo inacabado. Han sido pocos días.

El sábado vamos a ver a las Hermanitas de Confecciones Vivir que
tienen un taller de costura. Les compramos cosas para vender en el
mercadillo del colegio. El resto del día lo dedicamos a compras en el
centro de Bogotá. Y como siempre Sandra y John pendientes de nosotras,
nos invitaron a cenar a su casa.



El domingo 19 de junio fue un día muy especial en la parroquia del
Beato Chaminade. Se celebra el Carmen. El barrio entero se moviliza
para celebrar una fiesta benéfica para arreglar la iglesia y cubrir
otras necesidades sociales.. A las 7 de la mañana ya estaban
montándolo todo. Carpas con puestos de bebida, comidas típicas,
música, bailes, rifas, bingo…

A las 12, el padre Remo celebra una misa multitudinaria. Al terminar
la misa todo es animación. Alex vendiendo bebidas, chicos del grupo
Michel participando en todo, puestos de comidas de todo tipo haciendo
arepas, empanadas, arroz con pollo, tamales, postres… Edwar animando
con la música y los micrófonos, la otra Sandra, socia fundadora,
dirigiendo el bingo y las rifas, los peques en el concurso de baile…

Niños, jóvenes, mayores, ancianos, perros incluidos… todos pasan un
día feliz. Se respira alegría y solidaridad.

En medio de este barullo, hablamos con Aura comentando las últimas impresiones.

A pesar del cansancio Sandra y John siempre pendientes de nosotras, se
han comprometido a llevarnos mañana lunes a Zipaquirá, a la Catedral
de Sal.



A la mañana siguiente a las 9,30 nos recogen. Tardamos casi dos horas
en salir de Bogotá en dirección norte. Esta zona de estrato 4 y 5 es
otro nivel, parece otra ciudad. Desde allí ya solo está a 27 Km.
Zipaquirá es un pueblo colonial precioso, tranquilo y seguro. La plaza
con sus soportales y balcones llenos de flores es divina. Nos
dirigimos hacia la mina, llueve a cántaros. Nos sorprende el interior
de la mina llena de signos religiosos, vía crucis, imágenes de la
virgen, los santos, capillas…todo hecho por los mineros y gracias a su
fervor religioso. Todavía están en explotación. Pasamos un día
estupendo.

3 comentarios:

  1. Muchas gracias a ustedes (Teresa y Barbara) por todo su cariño, dedicación y respeto con los proyectos, también gracias por todo lo compartido y vivid con nuestros niños y los profes y por mimetizar nuestra esencia en tan poco tiempo; ha sido un gusto enorme tenerles en nuestros espacios, De parte de todo el equipo de la Fundación les despedimos con mucha nostalgia, pero con mucho aprecio. Por parte nuestra siempre tendrán las Puertas abierta para que cuando deseen vuelvan a esta casa que también es su casa.

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  2. Leyendo esta entrada, lo primero que se me viene a la cabeza es la suerte que hemos tenido de encontrarnos en el camino. Dentro de esta familia marianista e incluso dentro de la familia tan grande que conformamos todos es un lujo estar cerca de ustedes y poder compartir de forma tan natural y fácil un mismo propósito, que en nuestro caso es acercar las realidades que nos ha tocado vivir a cada uno por la accidentalidad de nuestro lugar de nacimiento, pero superar las trabas que esto nos proporciona para llegar a entender una forma de vivir y de pasar por este planeta lo más justa que podamos .A muchos de nosotros este aliento nos lo proporciona nuestra fe en el Evangelio de Jesús y nuestra inteligencia y nuestro afecto puesto en la construcción de un mundo un poquito más de todos , cada uno donde esté pero sin perder la conexión con el resto.
    gracias a la fundación chaminade por su trabajo y gracias a Teresa y a Bárbara

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  3. Fue un verdadero honor haber compartido con ustedes que hacen parte de nuestra familia marianista. Gracias por dedicar un tiempo para conocer nuestras actividades y el camino que estamos forjando, y pues para mi como animador de los "moachos" me es realmente gratificante saber que lejos de nuestro hogar habrá alguien que siempre recordara la misión que emprendimos. Gracias Teresa y Barbara por compartir y ser parte de la FAMILIA MICHEL de Colombia.

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