jueves, 20 de agosto de 2015

Colombia, Aula de la Paz y de San Ignacio

Hola a todos, nos presentamos. Cogiendo el relevo a Rocío y Sara,vamos a continuar con el blog durante un mesecito Nico, Almu y Bego. Hemos llegado con muchas ganas de colaborar y los pocos días que llevamos por aquí estamos encantados, os vamos contando. Un fuerte abrazo. 


DÍA 17

Todo empezó bien. Teníamos dudas de que las maletas pesaran más de 23 Kg y nos cobraran el suplemento. Así fue, dos sí, clavadas, 23 Kg. Pero las otras dos… Una 28 y la otra 32. Tuvimos suerte. Afortunadamente, nos dejaron pasar la de 28 y de la de 32 tuvimos que sacar unos libros y lápices, que guardamos en una bolsa de viaje. Primera prueba superada.

El vuelo fue tranquilo, dormimos mucho. Eso sería bueno para disfrutar del primer día.

Ahora tendríamos nuestra segunda prueba. El control de Inmigración. Todo iba sobre ruedas hasta que nos preguntaron la dirección dónde nos alojaríamos. No teníamos ni idea, sabíamos los barrios, Palermo y Ciudad Bolívar, pero no las calles. Le enseñamos el seguro que nos había hecho la fundación y el intercambio de Whatsapp con Sandra. Y nos dejó pasar.

Cuando salimos, allí estaban Sandra y John esperándonos. Nos recibieron calurosamente. Daba la impresión que te conocían de toda la vida. Y llegó nuestra tercera prueba, meter cuatro maletones, una bolsa de viaje, una mochila y 5 adultos en un coche. La superamos también: el marido de Sandra, John, al volante, las maletas repartidas entre el maletero y el asiento del copiloto y en el asiento de atrás 4 personas.

El día estaba precioso. El Sol brillaba con toda su fuerza. Como decía Sandra, ayer llovió porque lloraba la partida de Rocío y Sara, y el Sol se despertó para daros la bienvenida.

Coincidía que era festivo en Bogotá, eso nos permitió ver la gente de paseo, en familia, las rutas en bici, y lo que más nos llamó la atención, el vuelo de las cometas en los parques. Intentamos llegar hasta ellas pero el trancón nos lo impidió. Qué animado se veía desde fuera, las cometas de todo tipos y colores. Nos quedamos con ganas de verlas y de volarlas. Otro día la haremos, sin duda.

Nos dirigimos al cole de Palermo, Fé y Alegría. Nos sentamos en el salón de la casa que nos acogerá durante las dos siguientes semanas, los cinco a charlar. Nos contaron muchas cosas de su tierra, son geniales, no paramos de reírnos.

Por fin llegó Nico, acompañado de su primo. Qué alegría nos dio verle. Ya estábamos todos formando una gran familia.

Sobre las ocho nos quedamos Bego y Almu en la casa. Teníamos hambre y sueño. Cuál fue nuestra sorpresa, Rocío y Sara habían dejado comida cocinada: pollo, sopa, huevos rellenos, lentejas… No nos faltaba de nada. No tuvimos que esforzarnos, solo calentar. Fue una bendición.

Y por fin se puso a llover, esa lluvia de la que tanto nos hablan y que afortunadamente no nos recibió. Caía con fuerza, pero resguardadas en la casa, no nos importó. Nos metimos en la cama, mañana sería otro día. Quedamos a las cuarto para las ocho. 

DÍA 18

Alex vino a buscarnos a las 8, y marchamos ya  para la fundación. Nico consiguió llegar a pesar del transporte y las confusiones entre Carreras, Calles, Norte, Sur…  Allí conocimos a Aura, Mónica, Alberto y Clara. Todos encantadores, nos acogieron con unas medias nueves, arepas, queso, y un tintito. Nos presentamos, nos hablaron de los proyectos que tienen por aquí de cómo funcionan y ya nos pusimos manos a la obra.

Diseñamos la programación para las dos primeras semanas: la reconciliación. Sería la continuación de lo que iniciaron Sara y Rocío, que hablaron sobre los sentimientos; la tristeza, la ira y del perdón.

Salieron entre todos muy buenas ideas, y las dinámicas propuestas estamos seguros de que con ellas a la vez de aprender se divertirán. Tenemos muchas ganas de que llegue mañana. Además el sábado esperamos conseguir sorprenderles.

DÍA 19.

Los niños entran muy temprano, algunos a las siete ya están en clase, para aprovechar las horas del día porque aquí para las 18:30 ya es de noche. Así que tampoco nos podemos quejar de nuestro horario. A las siete ya estaba Alex esperándonos en la puerta del cole para ir hacia las aulas.

Empezaron a llegar los niños sobre las 7:45 las primeras fueron Alejandra y María José y poco a poco, con cuentagotas fueron llegando el resto. El grupo lo formaron 9 niños de muy distintas edades.

Comenzamos con tareas que tenían del cole y de refuerzo y otros con taller de lectura. El hecho de que tengan distintas edades, vayan a coles distintos y unos tengan mejores niveles que otros exige un gran esfuerzo por parte de Alex. La labor que hace con ellos diariamente es encomiable.

Tras el refrigerio llegó la hora de tratar el tema de la reconciliación. Para captar su atención utilizamos la plastilina. Cada uno tenía que representar a la persona más importante de su entorno más cercano: familia, amigos… y poníamos en común a quién habíamos representado y el por qué. Luego nos las intercambiábamos y Alex les daba dos opciones: la podían chafar o conservarla. Ninguno de ellos quiso destruirlas, cada niño daba sus propias razones: hay que respetar lo de los demás, no hay que herir los sentimientos de compañero, mi amigo se ha esforzado mucho en hacerla y a mí no me gustaría que lo hicieran con mi figura, la importancia de la familia. Nos demostraron todos los valores que les han inculcado desde muy pequeños y que aplican con tanta naturalidad en su día a día. Nosotros estamos aprendiendo mucho de ellos.

Tras recoger entre todos el aula, bajamos a la calle a jugar. Primero a la cucunuba y luego Nico rápidamente montó un partido de fútbol y mientras Bego enseñaba a las niñas algunos juegos de palmas, nos dieron las once y llegó la hora del almuerzo.

Mientras los niños comían, nosotros aprovechamos para llevar al Jardín de Infancia algunas cosas que necesitaban. Nos enamoramos en un pis pas de los más peques.

Por la tarde llegaron nuevos niños, igual de cariñosos y de cercanos que los anteriores. Según van llegando nos sorprenden desde el primer momento con sus besos y abrazos.

Hemos tenido dos nuevas incorporaciones, Darwin y Maira, son niños que a diario almuerzan en el comedor social de debajo de las aulas. Alex estuvo charlando con ellos y cuando vino su madre a recogerles para ir a casa le explicó todo lo que se hacía en las aulas de refuerzo y que sería muy interesante que los dos pasaran a formar parte del grupo, en seguida se integraron.

A demás vimos caras conocidas, Wendy, Anderson y Sofía, que por diferentes circunstancias no pueden ir al cole y están aquí mañana y tarde.

Se repitió la actividad de por la mañana. De nuevo ninguno quiso aplastar la persona querida del compañero y salieron conclusiones tan bonitas y al mismo tiempo nos llegaron al corazón.

 

 

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